Cuento # 13
Una masa molesta con el Señor Roce
En tiempos muy lejanos del pasado y del futuro del reino de la Reina Masa,
todo parecía en orden y en equilibrio. Las Fuerzas actuaban sobre las masas y
las masas cambiaban su movimiento.
Las masas interactuaban permanentemente en sus ya conocidos juegos: el empujar, el golpear, el impulsar, el equilibrar y otros tanto o más populares que los nombrados.
Las masas móviles de la Tierra, del Agua y del Aire, se desplazaban de un lado a otro recorriendo el reino, unas veces para conocer lo que estaba más allá de las fronteras y otras veces para ir a visitar a masas conocidas Cierto día una de las fuerzas que gustaba de golpear y arrancar, la Fuerza Impulsiva, golpeó una masa que estaba tranquilamente descansando a la sombra de un árbol.
Como era de esperarse, la masa que recibió el golpe salió desprendida bruscamente del lugar en que se encontraba.
Adquirió un gran ritmo de movimiento y, cosa curiosa, la masa se empezó a detener poco a poco y hasta que al final quedó nuevamente en reposo, lamentablemente no donde quería pues quedó expuesta al radiante Señor Sol. Pero, al final se detuvo.
Muy cerca del lugar donde ocurría lo de la masa que se movió y se detuvo, había una masa que se estaba moviendo a un ritmo parejito por efecto de una fuerza que la estaba empujando, era una de las llamadas Fuerzas de Contacto. Pero, la fuerza se aburrió de empujarla y se fue a otro lado, y sucedió que la masa que se movía parejito empezó a disminuir el ritmo de su movimiento y hasta que al final se detuvo.
Cuando se miraba a una y otra masa que se estaban moviendo, se observaba que algunas de ellas tenían que hacer un gran esfuerzo para mantener el movimiento que tenían Las compañeras de Masita callaron y nada decían a lo que ella les contaba.
Masita insistió: ¡ya estoy aburrida que la Fuerza de Roce impida mis movimientos! Algo he de hacer a favor de nosotras las masas, especialmente de aquellas de nosotras que nos gusta movernos. No puede seguir sucediendo que venga la Fuerza de Roce y nos obligue a detenernos. ¡Es injusto!, decía, que siempre tenga que soportar los golpes y los empujes de las fuerzas de Contacto y otras para vencer la oposición de la Fuerza de Roce.
Nadie respondía a los comentarios de Masita, que ya estaba muy molesta por todo lo que le sucedía Y el Viento fue donde Masita, y esta casi se cae ante su presencia, y le planteó la advertencia de Fuerza de Roce.
Masita, muy preocupada ante esa advertencia, entró en dudas de acerca de ir o no ir donde su Reina. Quería ir para encontrar pues pensaba que la Reina iba a favorecerla e impedir que Fuerza de Roce siguiera molestándola. Pero también no quería ir por el esfuerzo que iba a tener que hacer durante el viaje, ya que Fuerza de Roce pretendía no dejarla tranquila en todo el viaje.
Al final Masita decidió ir donde su Reina Mi adorable Reina, yo he sido una fiel súbdita de tu reino, al igual que muchas de mis compañeras, pero has de saber que hay una Fuerza que nos están molestando y quisiéramos que tú, con tu gran sabiduría y poder, hicieras algo para alivianar nuestra existencia.
Ocurre, continuó Masita, que cada vez que queremos empezar a movernos viene Fuerza de Roce y nos lo quiere impedir, también sucede que cuando ya estamos en movimiento viene nuevamente la Fuerza de Roce y nos molesta hasta que nos detenemos. Para mantener un movimiento debemos recurrir a una de las Fuerzas de Contacto para que se encargue de anular a la Fuerza de Roce, pero ello significa, para nosotras, un gran esfuerzo, nos cansa y agota con gran facilidad.
¿Qué puedes hacer, mi querida Reina, para alivianar nuestra existencia en tu reino?
La Reina le dijo: mi Masita adorable, hace mucho tiempo, a los inicios de los tiempos, la Fuerza de Roce no existía. Y, te aseguro, que si tú hubieras existido en ese tiempo, entonces habrías sido más infeliz de lo que parece que eres ahora.
En esos tiempos todo objeto que se empezaba a mover, nada ni nadie podía detenerla, exceptuando algunas fuerzas que repentinamente actuaban sobre las masas que se movían, pero ocurría que cambiaban su movimiento hacia otro lado o simplemente se destrozaban.
Cuando no estaba la Fuerza de Roce, la Tierra empezó a quedar despoblada, las masas móviles daban un paso y prontamente adquirían tal velocidad que se perdían en el espacio. Solo el Señor Peso contribuía en algo para que no se arrancaran todas las masas de la Tierra.
Una masa como tú, recibía una Fuerza Impulsiva y ya jamás se podía detener y ahí si que tenía que hacer esfuerzos, pues no podía detenerse de manera alguna, su existencia transcurría sin descanso. Entonces la vida si que era muy difícil para nosotras las masas.
Entonces casi no teníamos voluntad para detenernos o movernos cuando queríamos. No como ahora, que a pesar del esfuerzo que tenemos que hacer para soportar las fuerzas que nos llevan de un lado a otro, a veces enojándonos con Fuerza de Roce, la vida es mucho más entretenida que antes. Ahora no corremos grandes riesgos de perdernos en el espacio finito e infinito. Si parece que vamos muy rápido, viene Fuerza de Roce y nos disminuye el ritmo de movimiento.
No desprecies lo que tienes, ha costado ya casi una eternidad el tener lo que tenemos y no debemos perderlo.
Así pues, mi querida Masita, tendrás que aprender a vivir con Fuerza de Roce, trata de hacerte amiga de ella, y verás que te alivianará el camino, te lo hará más liso y entonces no te será tan molestosa. Si sigues con esta actitud lo único que lograrás es que la Fuerza de Roce te coloque solo caminos ásperos y difíciles para poder moverse.
Las masas interactuaban permanentemente en sus ya conocidos juegos: el empujar, el golpear, el impulsar, el equilibrar y otros tanto o más populares que los nombrados.
Las masas móviles de la Tierra, del Agua y del Aire, se desplazaban de un lado a otro recorriendo el reino, unas veces para conocer lo que estaba más allá de las fronteras y otras veces para ir a visitar a masas conocidas Cierto día una de las fuerzas que gustaba de golpear y arrancar, la Fuerza Impulsiva, golpeó una masa que estaba tranquilamente descansando a la sombra de un árbol.
Como era de esperarse, la masa que recibió el golpe salió desprendida bruscamente del lugar en que se encontraba.
Adquirió un gran ritmo de movimiento y, cosa curiosa, la masa se empezó a detener poco a poco y hasta que al final quedó nuevamente en reposo, lamentablemente no donde quería pues quedó expuesta al radiante Señor Sol. Pero, al final se detuvo.
Muy cerca del lugar donde ocurría lo de la masa que se movió y se detuvo, había una masa que se estaba moviendo a un ritmo parejito por efecto de una fuerza que la estaba empujando, era una de las llamadas Fuerzas de Contacto. Pero, la fuerza se aburrió de empujarla y se fue a otro lado, y sucedió que la masa que se movía parejito empezó a disminuir el ritmo de su movimiento y hasta que al final se detuvo.
Cuando se miraba a una y otra masa que se estaban moviendo, se observaba que algunas de ellas tenían que hacer un gran esfuerzo para mantener el movimiento que tenían Las compañeras de Masita callaron y nada decían a lo que ella les contaba.
Masita insistió: ¡ya estoy aburrida que la Fuerza de Roce impida mis movimientos! Algo he de hacer a favor de nosotras las masas, especialmente de aquellas de nosotras que nos gusta movernos. No puede seguir sucediendo que venga la Fuerza de Roce y nos obligue a detenernos. ¡Es injusto!, decía, que siempre tenga que soportar los golpes y los empujes de las fuerzas de Contacto y otras para vencer la oposición de la Fuerza de Roce.
Nadie respondía a los comentarios de Masita, que ya estaba muy molesta por todo lo que le sucedía Y el Viento fue donde Masita, y esta casi se cae ante su presencia, y le planteó la advertencia de Fuerza de Roce.
Masita, muy preocupada ante esa advertencia, entró en dudas de acerca de ir o no ir donde su Reina. Quería ir para encontrar pues pensaba que la Reina iba a favorecerla e impedir que Fuerza de Roce siguiera molestándola. Pero también no quería ir por el esfuerzo que iba a tener que hacer durante el viaje, ya que Fuerza de Roce pretendía no dejarla tranquila en todo el viaje.
Al final Masita decidió ir donde su Reina Mi adorable Reina, yo he sido una fiel súbdita de tu reino, al igual que muchas de mis compañeras, pero has de saber que hay una Fuerza que nos están molestando y quisiéramos que tú, con tu gran sabiduría y poder, hicieras algo para alivianar nuestra existencia.
Ocurre, continuó Masita, que cada vez que queremos empezar a movernos viene Fuerza de Roce y nos lo quiere impedir, también sucede que cuando ya estamos en movimiento viene nuevamente la Fuerza de Roce y nos molesta hasta que nos detenemos. Para mantener un movimiento debemos recurrir a una de las Fuerzas de Contacto para que se encargue de anular a la Fuerza de Roce, pero ello significa, para nosotras, un gran esfuerzo, nos cansa y agota con gran facilidad.
¿Qué puedes hacer, mi querida Reina, para alivianar nuestra existencia en tu reino?
La Reina le dijo: mi Masita adorable, hace mucho tiempo, a los inicios de los tiempos, la Fuerza de Roce no existía. Y, te aseguro, que si tú hubieras existido en ese tiempo, entonces habrías sido más infeliz de lo que parece que eres ahora.
En esos tiempos todo objeto que se empezaba a mover, nada ni nadie podía detenerla, exceptuando algunas fuerzas que repentinamente actuaban sobre las masas que se movían, pero ocurría que cambiaban su movimiento hacia otro lado o simplemente se destrozaban.
Cuando no estaba la Fuerza de Roce, la Tierra empezó a quedar despoblada, las masas móviles daban un paso y prontamente adquirían tal velocidad que se perdían en el espacio. Solo el Señor Peso contribuía en algo para que no se arrancaran todas las masas de la Tierra.
Una masa como tú, recibía una Fuerza Impulsiva y ya jamás se podía detener y ahí si que tenía que hacer esfuerzos, pues no podía detenerse de manera alguna, su existencia transcurría sin descanso. Entonces la vida si que era muy difícil para nosotras las masas.
Entonces casi no teníamos voluntad para detenernos o movernos cuando queríamos. No como ahora, que a pesar del esfuerzo que tenemos que hacer para soportar las fuerzas que nos llevan de un lado a otro, a veces enojándonos con Fuerza de Roce, la vida es mucho más entretenida que antes. Ahora no corremos grandes riesgos de perdernos en el espacio finito e infinito. Si parece que vamos muy rápido, viene Fuerza de Roce y nos disminuye el ritmo de movimiento.
No desprecies lo que tienes, ha costado ya casi una eternidad el tener lo que tenemos y no debemos perderlo.
Así pues, mi querida Masita, tendrás que aprender a vivir con Fuerza de Roce, trata de hacerte amiga de ella, y verás que te alivianará el camino, te lo hará más liso y entonces no te será tan molestosa. Si sigues con esta actitud lo único que lograrás es que la Fuerza de Roce te coloque solo caminos ásperos y difíciles para poder moverse.
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